Almirall, una chimenea de record

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Imagen extraída de http://www.xtec.cat

Terrassa cuenta con dos apariciones en el Libro Guinness de los Records. Una tiene que ver con el deporte -según parece, fue la primera ciudad española donde se jugó al baloncesto- y la otra con la arquitectura. Como es lógico, esta última es la que nos interesa aquí y tiene que ver con uno de los elementos arquitectónicos más significativos de la ciudad: las chimeneas industriales, de las que existen 25 catalogadas como bienes de interés cultural.

La creciente demanda de materiales de construcción generada por el proceso de industrialización generado en la ciudad a finales del siglo XIX y principios del XX provocó la aparición de diversas fábricas de ladrillo, bòbiles, en catalán. Entre ellas, se contaba la Bòbila Almirall, que abrió sus puertas en 1910. Con el pasar de los años apenas quedaron vestigios de la antigua fábrica de ladrillos de arcilla roja, pero sus propietarios legaron al futuro uno de los principales elementos patrimoniales de Terrassa. Corría el año 1956 cuando los responsables de la Bòbila Almirall decidieron construir dos nuevos hornos de gran capacidad para la cocción de ladrillos que permitieran acoger la creciente demanda de materiales de construcción. Para ello era necesario construir una nueva chimenea con gran capacidad extractiva que permitiera evacuar los humos generados por el proceso de cocción.

Bòbila AlmirallEl diseño de esa chimenea fue encargado al maestro de obras Marià Masana Ribas, quien concibió una torre dotada de una altura total de 63.25 metros y un peso de 570 toneladas. La chimenea tiene forma troncocónica y se asienta sobre un pedestal poligonal de unos 9 metros de altura. El diámetro de la torre en su base es de 3.98 metros y en la parte superior se reduce a 2.19 metros. Se pueden contar hasta 780 hileras de ladrillos rojos desde la base a la cúspide, que aparece rematada por una estructura metálica. Pero su principal característica es la escalera exterior que asciende en espiral alrededor de toda la torre mediante 270 escalones, y que permitió sobresalir a esta chimenea entre las más altas. Y es que gracias a ella, la chimenea de la Bòbila Almirall fue inscrita en el Libro Guinness de los Records en el año 1991, al documentarse como la chimenea con la escalera de caracol más alta del mundo.

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