Sueño daliniano en Sant Cristòfol 75-81

Al pasar por la calle Sant Cristòfol, justo en el tramo peatonal que hay entre García Humet y Sant Antoni, hallamos un curioso edificio que no deja indiferente a nadie. Denostado por muchos, apreciado por algunos, destaca por sus sinuosas y oníricas formas que retrotraen al surrealismo daliniano y a una suerte de eclecticismo arquitectónico difícil de digerir. Me vais a permitir que no me pronuncie sobre su estética -francamente, no sabría que opinar- pero sí que lo incluya en este blog como una de las curiosidades que podemos encontrar en la ciudad, ya que aquí también se habla de esas rarezas.

Esta llamativa construcción fue promovida por la empresa Industrial de Obras Civiles S.L. (cuyo nombre cambió más adelante al de Cheberca S.L.) con una licencia de obras solicitada por Lidia Tabuenca Tierra el 23 de febrero de 1999, y otorgada el 21 de julio del 1999. Dicha licencia, que puede consultarse en el Arxiu Municipal en el expediente de obras OM 85/89, contemplaba la construcción de un edificio de viviendas plurifamiliar con párking colectivo en los números 75 al 81 de la calle Sant Cristòfol. El proyecto fue firmado por el arquitecto José Manuel López-Mateos Moreno y el aparejador Marc Comellas Casanovas. De acuerdo con el mismo, el edificio ocupa un total de 886,09 metros cuadrados de los cuales 260,68 corresponden a la planta subterránea, 219,61 a la planta baja, 237,88 al primer piso, y 167,92 a la planta altillo. En total, acoge seis viviendas unifamiliares entre medianeras, distribuidas en bloques de dos, que comparten portal. La distribución de todas esas viviendas, excepto una, es igual y consta de una la planta baja primer piso y planta bajocubierta. Así, las viviendas 1 a 5 disponen en su planta baja toda el área de día (cocina, baño de cortesía y salón), mientras que en la planta primera acogen las estancias de noche (2 habitaciones y un baño) y en el altillo se habilitan trasteros y terrazas. La sexta es la única que varía el diseño general, al ser la más pequeña, con 69,58 metros cuadrados. Se accede por el portal compartido con la quinta, pero se ubica sólo en el primer piso y altillo, con el espacio habitable en la primera planta, donde cuenta con salón con cocina de concepto abierto, baño y una sola habitación.

El parking colectivo dispone de siete plazas de aparcamiento y un trastero que pertenece a la vivienda número 1, la de mayores dimensiones (cuenta con 106,12 metros cuadrados, frente a los alrededor de 83 de las otras).

Pero, sin lugar a dudas, su fachada es la pieza que más llama la atención en este edificio por su atrevida ornamentación, en la que intervienen diversos elementos procedentes de estilos dispares. El ladrillo visto (en dos tonos de color para diferenciar el zócalo) cubre la fachada de la planta baja, donde se decoran con celosías cuadradas de cerámica las ventanas que las cocinas al exterior. Dicha fachada de ladrillo rebasa la bien delimitada línea de imposta que separa las plantas con un dibujo ondulado que define el enlucido del cuerpo superior del edificio y que, en la última vivienda alcanza una onda que engloba hasta el balcón, rompiendo el efecto simétrico que parecía adoptar al principio.

Seis pequeños balcones con voladizo en semicírculo y barandas metálicas troqueladas son el principal ornamento del piso superior. A cada lado, simulando jambas, se apila una serie de formas ovaladas en relieve que van de menor a mayor según se asciende y que finalizan a la altura del dintel de la puerta de acceso al balcón. Sobre ellas, un relieve decorativo simula un arco ciego. La planta altillo cuenta con respiraderos también de forma oval que sobresalen de la fachada. Finalmente, una cenefa cerámica, similar a los arcos que unen los balcones remata el frontispicio, en cuya cubierta destaca también la escultura de lo que parece un niño dios Hermes con su escudo alado.

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