Con décadas de historia a sus espaldas el Egara fue el primer Instituto de Enseñanza Secundaria de la comarca, junto al Arraona. Abrió sus puertas en 1967 como centro de educación femenina hasta que en el curso 77-78 concluyó la segregación por sexos. Finalmente, con los cambios introducidos por la E.S.O. y la demanda ciudadana, en 1999 fue trasladado desde su emplazamiento en un solar de la Mancomunidad Sabadell-Terrassa al edificio que ocupa actualmente en el barrio de Can Parellada.
El edificio actual es un claro ejemplo de adaptación al medio en que se construyó. Obra del gabinete Rodon Arquitectes, se ubica en un solar en pendiente ubicado frente al Parc de la Serra de Galliners y fue concebido como una sucesión de módulos comunicados por una estructura central, a modo de peine. El núcleo central tiene cuatro plantas de altura y del mismo parten tres alas, que se sitúan a distintos niveles, adaptándose a la configuración del terreno, que asciende desde la cota más baja, situada en la calle América, hasta la más alta, en la confluencia entre las calles Holanda y Europa.
La estructura central alberga los equipamientos comunes del centro educativo, como son el vestíbulo, el área de administración, la biblioteca o el bar. Y las tres alas concentran los equipamientos destinados a la formación académica, situando las aulas en el nivel superior y los talleres y laboratorios en el inferior.


Gracias a la disposición paralela de las tres naves se generan espacios que permiten la habilitación de patios ajardinados que armonizan con el entorno próximo del Parc de la Serra de Galliners, a la vez que contribuyen a minimizar el impacto generado por el hormigón, integrando la volumetría con el entorno verde.





La estructura principal se complementó con un área deportiva que incluye un gimnasio y un campo de deportes, situados a un lado del núcleo central. Dicha estructura se concibió como un espacio independiente, con la finalidad de que no sólo prestase servicio al centro educativo, sino al conjunto del barrio fuera del horario escolar.
Los edificios se construyeron con hormigón visto y placas de cemento. «Un conjunto de celosías de chapa de acero cortén articula las oberturas y establece una secuencia compositiva de opacidades y transparencias que hace posible una continuidad visual durante todo el recorrido de la escuela», tal y como se describe en el portafolio de Rodon Arquitectes.
Otro elemento remarcable es la valla que circunda el perímetro, para la que se optó por la alternativa de la clásica reja, que permite una mayor integración visual del conjunto, frente a otras opciones como podrían ser el muro. Siguiendo un concepto minimalista y contemporáneo, el cercado es obra del escultor Ernest Altés y, con el mismo, se pretendía lograr una intervención mínima en el recinto: «Queríamos encontrar un contrapunto a la componente horizontal», se explica en la página web del gabinete de arquitectos. La intención era «conseguir un ritmo que hiciera de contrapunto con las lamas de aceros corten», armonizando todo el conjunto.






